Cáñamo. Del campo a la fábrica.

Las manos que cultivan el cáñamo no son manos cualesquiera sino manos curtidas por el paso del tiempo de un viejo oficio ya olvidado por la sociedad industrializada, aunque una sigue dependiendo de la otra.

Hoy, el agricultor también se ha modernizado, utilizando novedosas tecnologías al alcance de sus manos, más que de sus bolsillos, manos pero que no dejan de simbolizar el arduo trabajo e indómita constancia y perseverancia que da sus frutos una vez al año cuando los campos florecen y los tallos crecen altivos mirando desde su altura a todos los demás cultivos.

Siempre he pensado, viendo a los cañameros, que su oficio más que un trabajo es pura vocación y que quien haya plantado cáñamo industrial alguna vez, continuará haciéndolo en mayor o menor extensión, pero que en definitiva el cáñamo no se abandona, sino que se vive.

Operaciones en el Campo.

Siembra.

Cada año entre marzo y abril se siembra el cáñamo. Pero la labor de planificación se empieza al final de la anterior cosecha, es decir en agosto. Puesto que siempre hay otros cultivos que compiten con el cáñamo y hay que tener muy claro con que superficie se podrá contar para programar al detalle los recursos necesarios en las grandes agramadoras.

Una de las ventajas que preserva al cáñamo es que es un cultivo rotativo, útil para la regeneración de los suelos.

A unos 2 o 3 centímetros de profundidad y de 35 a 80 Kg/ha de semilla son necesarios para obtener una buena densidad de población, según el tipo de terreno y variedad de semilla.

Crecimiento.

La floración marca el final del crecimiento hacia finales de agosto normalmente. Llegando hasta 3 y 4 metros de altura en algunas variedades, momento en el que se empiezan a preparar las máquinas cortadoras, muchas de ellas desarrolladas expresamente tan solo para este cultivo.

Dependiendo del tamaño del tallo se pueden dar productividades que oscilan entre las 8 y las 10 toneladas por hectárea en climas húmedos.

A diferencia de otros cultivos, el cáñamo no necesita de fertilizantes ni abonos especiales puesto que es un cultivo bastante resistente y adaptable. Pero es importante un nivel de lluvias adecuado, correspondiente a unos 30 o 50 mm por tonelada de materia seca, y unas temperaturas que oscilen entre los 19 y 25 ºC para un correcto crecimiento vegetativo de las plantas.

Cosecha.

Antiguamente las máquinas arrancaban la planta de raíz, al igual como se sigue aún haciendo para el lino. No obstante en el caso del cáñamo las máquinas tradicionales han sido adaptadas para el sistema de corte, dejando mejor preparada la paja para el posterior procesado en la agramadora, la fábrica donde se extrae la fibra. Ha sido necesario desarrollar varios prototipos antes no se ha llegado a la solución óptima. Uno de los principales problemas era el atasco en los mecanismos de la cortadora por tratarse de fibras muy largas.

Actualmente existen dos modelos diferenciados: el modelo alemán y el francés.

En el caso del alemán, está pensado para poder recoger las semillas a la vez que se corta la planta en la misma operación y se deja a un corte de unos 60 cm. para facilitar la fase de ensilado y posterior enriado. En cambio, el modelo francés lo hace en dos operaciones separadas y el corte posterior es de una sola vez dejando todo el tallo en el suelo para el enriado y embalado.

La diferencia entre los dos modelos se debe a los diferentes procesos en el agramado que siguen cada uno. El ensilado genera un alto calor debido a la aglutinación de la paja en el silo y debe controlarse constantemente pues puede llegar a generar autocombustión.

Enrriado.

La naturaleza se encarga de realizar uno de los pasos más importantes para que la extracción de las fibras se desarrolle sin problemas. Se trata de la destrucción primaria de las pectinas y materiales orgánicos que mantienen pegadas las fibras de celulosa con la lignina cuya función básica es la de sostén de la planta.

En el pasado, cuando teníamos más abundancia de agua, el enriado se realizaba dentro de las pozas de los ríos y lagunas y era mucho más rápido que en la actualidad que se realiza al punto de rocío. Se deja durante unas dos semanas, dependiendo de las lluvias, en el campo para que el rocío de la mañana junto con el calor actúen, destruyendo dichas pectinas al mismo tiempo que va cambiando el color de la paja. Y este es el indicador de que la paja está ya lista para ser embalada. Cuando el color ha pasado de amarillo a gris es el momento de la confección de balas, que pueden ser cuadradas o redondas dependiendo del tipo de máquina, y que se enviarán luego a la estación transformadora.

En el caso del ensilado, no hace falta confeccionar balas. Se ahorran este paso puesto que la paja es transportada a granel al proceso productivo.

Existen técnicas novedosas de enriado pero muy caras como el enriado enzimático y que en la práctica no se llegan a aplicar salvo en casos excepcionales donde se necesite una muy alta calidad de fibra para aplicaciones textiles. Consiste en destruir las pectinas mediante enzimas y encarece mucho el proceso de extracción.

Más información en la revista cáñamo (www.canamo.net), nº 180, páginas 56 a 60. Artículo del mismo autor, bajo el pseudónimo ‘Hanffy Pro’.

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Autor: Joan Arqué

Specialist on fibres, pulp & paper, water treatment chemicals. Experience in Quality, Sales and Procurement. Hobbies: mountainering, biking, singing, reading and writing. Open to new experiences and opportunities. Life is cahnge. Change is evolution.

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