Historias en el metro II

Justamente acabo de acordarme de un relato que presenté el año pasado al ‘Concurs de Relats Curts de TMB’. Aunque no gané ningún premio, es curiosa su lectura …

Sed de ternura

Era una mañana de un lunes lluvioso, en la línea 1 del metro, dirigiéndome al trabajo, dirección Fondo. Una pareja joven con un niño que no tendría más de un año, ella embarazada y sentada; él de pie con el cochecito, el paraguas, el móvil y el niño llorando amargamente mirando a su mamá, a poca distancia, como queriendo que le cogiera. Claro que su mamá, embarazadísima y sin poder moverse mucho, no estaba por la labor. El padre tampoco, puesto que tenía trabajo en mirar su móvil. De vez en cuando se cruzaban miradas de complicidad. Pensarían: ¿quién coge al niño en brazos?. Pero no. El tema era: ¿en qué parada nos bajamos?. Al niño parecía oírlo todo el vagón menos sus padres. A mi no me molestaba, pobre criatura, más bien me hacía sufrir con su llanto. Mi mirada saltaba del padre a la madre y viceversa, como dándoles ánimos para ver quien cogía al niño en brazos para así apagar su sed de ternura.

El desenlace fue de estupefacto. Un simple y sutil gesto se convirtió en la clave para acallar el sufrimiento del pequeño. El padre bajó su brazo con el móvil en su mano, quedando éste en poder de la criatura, quien en el mismo instante olvidó por completo su llanto. Y, como una personita, iba dándole a la pantalla táctil como si lo hubiera hecho toda la vida. Con sus frágiles dedos a punto estuvo de darle a la descarga de una aplicación de pago, pero por suerte pasó tan solo a unos milímetros del botón ‘pay’.

En la siguiente parada me apeaba yo. Y mientras pulsaba el botón para abrir las puertas del vagón, una infinidad de pensamientos sobrevolaron mi cabeza: ¿será que me hago mayor?, ¿será que demonizo las nuevas tecnologías?, ¿será que me he vuelto un criticón?… Ya subiendo las escaleras hacía un tímido sol que quería abrirse paso entre unos cúmulos grises, un atisbo de romanticismo apaciguó mi ajetreada mente: será solo que esperaba un final diferente.

Joan Arqué. 5 de abril de 2018.

Historias en el metro I

El metro es un buen laboratorio sociológico. Una muestra representativa de la sociedad en la que vivimos.

Cortesía TMB

Era un viernes, subí en Santa Eulalia. Como de costumbre, abundaban las personas cabizbajas con plena atención a esta pantallita brillante con los auriculares conectados. Al alejarse del centro (Espanya – Catalunya), empezaban a haber asientos libres y se despejó la densidad humana. Me senté. Delante mío, una chica dominicana hablaba en un tono más bien alto, convencida y animosa dando consejos de motivación sobre cómo recuperar un puesto de trabajo. Era curioso el tono de su voz pues parecía más bien que estaba dando una conferencia para todo el vagón. Parecíamos estarla todos escuchándola, menos su compañero que no le prestaba mucha atención pues estaba más centrado en leer un libro de filosofía. De vez en cuando levantaba la mirada del libro para fugazmente mirarla a ella con desdén. Pero ella parecía no darse cuenta, enfrascada en su grandilocuente discurso. Y a él parecía no importarle mucho su nueva situación laboral. Platón le debía inspirar más motivación. 

Unas cuantas paradas más al norte, el se levantó y se fue de su lado. Ella ladeó suavemente su cara hacía el otro lado y fue entonces cuando pude observar el pinganillo inalámbrico en su oreja izquierda. Al recolocarse en su asiento se movió un poco su bolso y dejó a la vista este pequeño dispositivo a través del que estaba hablando. A saber con quién. Pero lo que me quedó al fin claro era que el pobre señor de su lado ni era su compañero ni en modo alguno estaba siendo asesorado. Santa paciencia …

En otros lugares donde he viajado, he tenido la oportunidad de observar comportamientos en medios de transporte públicos, como Francia o Japón. Me llamó la atención que allí la gente se levanta cuando les llaman al móvil y se van a las zonas entre vagones para hablar, siempre en un tono discreto.

La revolución del CBD

En uno de mis artículos en la revista CÁÑAMO hace 5 años, hablaba sobre si se puede vivir del cultivo de cáñamo (cannabis sativa). Entonces se empezaba a hablar de la molécula del CBD (cannabidiol), la prima hermana del THC (tetrahidrocannabinol), pero que a diferencia de ésta no tiene propiedades psicotrópicas. Hoy los preparados de CBD son ya una realidad y han convertido a esta planta en principal foco de atención, no por su fibra ni por sus cañamones, sino por el gran potencial que tiene en la industria farmacéutica.

A continuación cito una parte de mi artículo. En retrospectiva, puedo decir que muchas empresas ya están escribiendo el futuro que se auguraba en mi artículo. Si antes se podía vivir de cáñamo, ahora también pero aún mejor.

Algunos precursores del uso del cannabis como medicina.

En el año 550 a.C. aparece el cáñamo como la primera referencia en un texto sagrado (Zend-Avesta) que recoge más de 10.000 plantas medicinales.

En 1.839, una revista médica norteamericana publica el primer artículo sobre los efectos beneficiosos del cannabis.

En 1.857, los hermanos Smith, en Edinburgo, empiezan a comercializar un extracto de cannabis.

Aparece en 1.860 un estudio oficial sobre cannabis y salud, promovido por la sociedad médica del estado de Ohio.

En 1.870, el cannabis puede encontrarse en los listados de la farmacopea americana como una medicina más. Más adelante, en 1.941, sería suprimido de dicho registro.

En el penúltimo siglo del anterior milenio, el médico personal de la Reina Victoria de Inglaterra, Sir Russel Reynolds, le receta cannabis para sus problemas menstruales. Él mismo reconoce, por escrito, que el cannabis en estado puro y administrado cuidadosamente, es la medicina más preciada que nos ofrece la naturaleza.

Es una lástima que los hechos cronológicos que siguen, ya en el siglo pasado, sean toda una batalla para desprestigiar y prohibir al cáñamo cuando desde la antigüedad había sido una planta noble al servicio de la humanidad. Pequeños avances se están dando en el nuevo milenio. Y algo mejor está por llegar. Empezó con la cultura del cáñamo como fabuloso complemento nutricional, bueno para nuestra salud, bajando los niveles de colesterol y reforzando nuestro sistema inmunológico pero la verdadera revolución del cáñamo está en su aplicación en la industria farmacéutica. Quizá lo que no consiguió en su día un hombre de poder como Henry Ford,  con su coche de cáñamo, lo consiga en nuestra era uno de los lobbies que más poder tienen en nuestra sociedad política, la industria farmacéutica.

Papel hecho con cáñamo

Si no contamos al papiro como papel, podríamos decir que el papel hecho con cáñamo es el precursor de todos los otros papeles que han ido surgiendo a lo largo de la historia.

Los chinos implementaron los principios de su proceso de fabricación en el año 105 D.C., cuyo know-how se guardó celosamente hasta que se fue extendiendo paulatinamente al resto del mundo. Ts’ai Lun, consejero del emperador Ho Ti, preparó una mezcla de cáñamo, seda, cortezas de árbol, redes viejas de pescar y agua hirviendo, con la que obtuvo una pasta que, una vez dispersada en agua hasta diluirla, secó entre dos planchas presionadas por piedras, formando una hoja de papel. Así fue como el cáñamo pasó a ser la planta más solicitada para la extracción de su celulosa en la fabricación del papel: múltiples enlaces por puentes de hidrógeno entre moléculas de celulosa que se han unido al eliminar el agua de la matriz entretejida de fibras.

Uno de los indicadores del poder económico de un país es el consumo por cápita en papel. El papel ha estado presente en nuestras vidas desde tiempos remotos y lo continuará estando puesto que las aplicaciones del papel son múltiples aunque cuando hablemos de papel solo nos venga a la cabeza el papel de impresión ya que es el tipo de papel con el que quizás tengamos más contacto, por no hablar del papel higiénico.

Se puede fabricar papel a partir de cualquier planta, arbusto o árbol porque todos tienen algo en común: la molécula de celulosa o polímero de n-hexosas. Incluso hay algunos países como la India que llegan a aprovechar las defecaciones de los elefantes para

recuperar los restos de celulosa contenida en esas enormes deposiciones. El estómago del elefante hace las funciones de un digestor.

De qué depende pues que se escoja una fuente de materia prima u otra; lógicamente de su rendimiento, puesto que los parámetros de viabilidad se miden por la econometría, nos interesarán más todas aquellas plantas o árboles con la mayor proporción de celulosa posible. Una de las ventajas que tiene el cáñamo sobre la madera es su mayor contenido en celulosa.

Otro punto importante es la morfología de cada fibra, que difiere de una planta a otra, incluso varía con la posición que ocupa en el tallo. No tienen la misma forma las fibras que se encuentran en la parte más alta que aquellas que forman la base.

La morfología se mide por unos parámetros físicos de longitud, diámetro, finura, achatamiento, … Si tenemos en cuenta que las fibras son pequeños cilindros vacíos por dentro, entonces la geometría de cada uno de estos cilindros es lo que le va a conferir las propiedades finales al papel al que va destinado. Y la peculiar forma que adquieren las fibras depende de factores como el clima, el tipo de suelo, la radiación solar, la variedad de semilla, … Así pues, una misma planta que crezca en dos zonas geográficas distintas puede dar propiedades ligeramente diferentes al papel. Si a esto le sumamos la variabilidad interanual de los cultivos rotativos propia de la naturaleza, acumulamos variables que luego el papelero se encargará de uniformizar a través de su proceso industrial.

Así pues, uno puede deducir después de lo comentado que las fibras de cáñamo no se parecen en nada a las de madera en cuanto a su morfología por lo que las hace especiales, no solo por su mayor rendimiento en celulosa, sino  por estas propiedades que confieren a toda una gama de variados papeles.

Más información en la revista cáñamo (www.canamo.net), nº 176, páginas 68 a 70 y nº 177, páginas 62 a 64. Artículo del mismo autor, bajo el pseudónimo ‘Hanffy Pro’.

La digitalización en compras

Exposición del caso

Una rotura de estoc dejó a nuestra fábrica sin suministro durante varias horas. Era un día festivo. El transportista era el responsable del nivel de estoc del depósito y del correcto abastecimiento.

El coste de transformación diario en una papelera es una cifra bastante elevada.

El productor de carbonato aseguraba tener todos sus silos llenos y disponibles.

El conflicto estaba servido.

El reto de transformar conflictos en logros

Una vez realizadas entrevistas individuales y también conjuntas con las partes implicadas, se llegó a la conclusión de que el responsable único del incidente era el transportista, por incumplir el acuerdo de garantía de suministro. También era la parte que menor capacidad financiera tenía para abordar la reclamación económica.

¿Crees que un conflicto puede derivar en oportunidad?

La medida fácil era la de que pagara el responsable, pero …

¿Cómo podría este coste no ser solo un escarmiento?

Si no me aseguro de eliminar las causas, la raíz del problema, por mucho que se compense económicamente al afectado, no tengo la certeza de que no vuelva a ocurrirme lo mismo al cabo de poco tiempo.

¿Cómo se le podría dar la vuelta para convertirlo en una inversión y no solo un gasto?

Por lo tanto, hay que reinventarse para encontrar soluciones creativas, donde ambas partes saquen provecho de la nueva situación.

 “Transformar problemas en situaciones de win-win”. ¡Este es el reto!

Solución: la telemetría

La solución ideal fue la de transformar el coste de la reclamación en una inversión que ayudaría al transportista a que no se repitiera el problema y a nosotros a no tener más roturas de estoc de carbonato.

Contactamos con una empresa de telemetría para vincular el nivel del depósito a una señal digital que se emite a través de GPRS para recibirla en cualquier pantalla: móvil, tablet, ordenador.

Todos hemos ganado en tranquilidad y comodidad. Aunque la responsabilidad sigue siendo del transportista como vigilante del estoc, también nosotros tenemos acceso desde nuestro móvil o pantallas para ir viendo la evolución del estoc.