Extrañas coincidencias

¿Has perdido definitivamente el miedo a volar? ¿Quien no ha tenido alguna experiencia aterradora en algún vuelo comercial? En esos momentos solo nos queda confiar… y esperar a que se pase pronto.

12 de Octubre de 2009. Vuelo KL-803 de Amsterdam a Manila.

Pequeños flashes oníricos entre cabezaditas intentando conciliar el sueño, cosa nada fácil aunque la butaca sea totalmente reclinable y el antifaz negro de algodón, pequeñas ventajas de viajar en clase preferente. Y cuando consigo hacer volar mi otro yo hacía confines ahora lejanos, una fuerte sacudida me saca de mi ensueñación. Siempre me habían dicho que las turbulencias llegan a la hora del café pero este dia no habían parado en todo el rato. Nos traen la comida, comes sin tener hambre pues al menos es un ejercicio que distrae a la mente y después la digestión te da alguna oportunidad más de poder pegar los ojos pero el fuerte viento siberiano pegaba más fuerte contra el morro de este boeing 777. Intento pensar en cosas bonitas, miro por la ventanilla y reflexiono sobre la insignificancia del hombre al contemplar la inmesidad de la blanca tundra donde se reflejan los rayos plateados de la luna como compañera de viaje. Pero está vez la sacudida es realmente fuerte, caemos algunos metros en unos segundos, para mi una eternidad, las bandejas saltan de las mesillas y las botellas de agua ahora ruedan por el suelo mientras caen las mascarillas de oxígeno y se oye un ahogado grito en alguna parte del pasaje. Luego el silencio y con los nervios a flor de piel, todo el mundo esperando el anhelado remanso de paz, pues siempre llega la calma después de la tormenta.

Afortunadamente tuvimos el resto de viaje bastante tranquilo y un mejor aterrizaje teniendo en cuenta que las previsiones del tiempo daban fuertes tifones en la zona de Manila. Al día siguiente, ya habiéndome recuperado del susto pero no aún del jet lag, llamé a mi pareja para explicarle lo sucedido pero no me dejaba ni hablar pues su voz imperiosa necesitaba liberar con ansia la mala noche que había pasado, una pesadilla terrible que coincidía exctamente con la hora de mi experiencia en el vuelo de Amsterdam a Manila. Su cuerpo no paraba de dar vuelcos sobre la cama, como si de un exsorcismo se tratara, por encima suyo volavan objetos mientras en la lejanía oía un tímido grito de una señora. Cuando notó como una sensación de estar cayendo en el vacío, su otro yo despertó abruptamente de su ensueñación regresando de confines lejanos, … ¿una extraña coincidencia?

Escuela de Escritura

Hace tiempo que miro mi blog y me da pena pues la falta de creatividad brilla por su ausencia, será que las musas ya no me inspiran, será por falta de tiempo, será por mil cosas pero es. El caso es que cayó en mis manos por ‘causalidad’ una bella iniciativa por parte de Álex Rovira y Francesc Miralles y me embarqué en la aventura.

Cuerpo, mente y alma

Hace tiempo que miro mi blog y me da pena pues la falta de creatividad brilla por su ausencia, será que las musas ya no me inspiran, será por falta de tiempo, será por mil cosas pero es. El caso es que cayó en mis manos por ‘causalidad’ una bella iniciativa por parte de Álex Rovira y Francesc Miralles y me embarqué en la aventura, se llama el Club de la Escritura, la Ecuela Humanista Digital de Álex Rovira donde repasando diferentes géneros literarios de la mano de reconocidos profesionales te dan trucos y píldoras inspiracionales para que vuelvas a coger el hábito.

Una de las técnicas es hacerte preguntas simples a partir de las que vas desarrollando historias ya sean de autoficción, crecimiento personal, narrativa del cuento, en fin y muchas más por venir. Cada mes una sesión de escritores.

He decidido ir publicando mis tareas en mi blog porque también es una forma de ir compartiendo con vosotros, mis lectores, lo que puede ser el inicio de un nuevo proyecto. Ideas no me faltan, …tiempo ya es otra cosa diferente.

En el primer contenido se habló sobre escritura espiritual y desarrollo personal. Dejo aquí abajo mi post:

¿Cuál es la mejor enseñanza que has recibido en tu vida?

El objetivo inalcanzable, el burro y la zanahoria, el anhelo, el ya y ahora, la envidia aunque sea sana, el buscar fuera de mi, el leer pero no actuar, el pensar pero no escribir, el procrastinar, el es cuestión de suerte y muchas más que podría citar …

Tarde o temprano acabas descubriendo que el objetivo no es el destino sino el camino, que el Universo está dentro de ti y que en las pequeñas cosas está la alegría de vivir. La búsqueda eterna de la felicidad es una cruzada imposible al igual que lo es la búsqueda del Santo Grial. De hecho la felicidad ha estado siempre dentro de ti pero tu no lo sabías y solo cuando te has reconectado con tu niño interior, él te ha dado la clave de la felicidad.

Que es pues la felicidad?. A mi entender lo podríamos resumir de la siguiente forma:

F de Fuerza

E de Energía

L de Libertad

I de Intuición

C de Conocimiento

I de Ilusión

D de Dulzura

A de Ayuda

D de Deidad

Esta última, la Deidad, sería la última puerta que hay que abrir y cruzar, la del Ser Superior. Esta es la revelación que me ha hecho saber mi ser más íntimo, mi niño interior.

Historias en el metro II

Justamente acabo de acordarme de un relato que presenté el año pasado al ‘Concurs de Relats Curts de TMB’. Aunque no gané ningún premio, es curiosa su lectura …

Sed de ternura

Era una mañana de un lunes lluvioso, en la línea 1 del metro, dirigiéndome al trabajo, dirección Fondo. Una pareja joven con un niño que no tendría más de un año, ella embarazada y sentada; él de pie con el cochecito, el paraguas, el móvil y el niño llorando amargamente mirando a su mamá, a poca distancia, como queriendo que le cogiera. Claro que su mamá, embarazadísima y sin poder moverse mucho, no estaba por la labor. El padre tampoco, puesto que tenía trabajo en mirar su móvil. De vez en cuando se cruzaban miradas de complicidad. Pensarían: ¿quién coge al niño en brazos?. Pero no. El tema era: ¿en qué parada nos bajamos?. Al niño parecía oírlo todo el vagón menos sus padres. A mi no me molestaba, pobre criatura, más bien me hacía sufrir con su llanto. Mi mirada saltaba del padre a la madre y viceversa, como dándoles ánimos para ver quien cogía al niño en brazos para así apagar su sed de ternura.

El desenlace fue de estupefacto. Un simple y sutil gesto se convirtió en la clave para acallar el sufrimiento del pequeño. El padre bajó su brazo con el móvil en su mano, quedando éste en poder de la criatura, quien en el mismo instante olvidó por completo su llanto. Y, como una personita, iba dándole a la pantalla táctil como si lo hubiera hecho toda la vida. Con sus frágiles dedos a punto estuvo de darle a la descarga de una aplicación de pago, pero por suerte pasó tan solo a unos milímetros del botón ‘pay’.

En la siguiente parada me apeaba yo. Y mientras pulsaba el botón para abrir las puertas del vagón, una infinidad de pensamientos sobrevolaron mi cabeza: ¿será que me hago mayor?, ¿será que demonizo las nuevas tecnologías?, ¿será que me he vuelto un criticón?… Ya subiendo las escaleras hacía un tímido sol que quería abrirse paso entre unos cúmulos grises, un atisbo de romanticismo apaciguó mi ajetreada mente: será solo que esperaba un final diferente.

Joan Arqué. 5 de abril de 2018.

Historias en el metro I

El metro es un buen laboratorio sociológico. Una muestra representativa de la sociedad en la que vivimos.

Cortesía TMB

Era un viernes, subí en Santa Eulalia. Como de costumbre, abundaban las personas cabizbajas con plena atención a esta pantallita brillante con los auriculares conectados. Al alejarse del centro (Espanya – Catalunya), empezaban a haber asientos libres y se despejó la densidad humana. Me senté. Delante mío, una chica dominicana hablaba en un tono más bien alto, convencida y animosa dando consejos de motivación sobre cómo recuperar un puesto de trabajo. Era curioso el tono de su voz pues parecía más bien que estaba dando una conferencia para todo el vagón. Parecíamos estarla todos escuchándola, menos su compañero que no le prestaba mucha atención pues estaba más centrado en leer un libro de filosofía. De vez en cuando levantaba la mirada del libro para fugazmente mirarla a ella con desdén. Pero ella parecía no darse cuenta, enfrascada en su grandilocuente discurso. Y a él parecía no importarle mucho su nueva situación laboral. Platón le debía inspirar más motivación. 

Unas cuantas paradas más al norte, el se levantó y se fue de su lado. Ella ladeó suavemente su cara hacía el otro lado y fue entonces cuando pude observar el pinganillo inalámbrico en su oreja izquierda. Al recolocarse en su asiento se movió un poco su bolso y dejó a la vista este pequeño dispositivo a través del que estaba hablando. A saber con quién. Pero lo que me quedó al fin claro era que el pobre señor de su lado ni era su compañero ni en modo alguno estaba siendo asesorado. Santa paciencia …

En otros lugares donde he viajado, he tenido la oportunidad de observar comportamientos en medios de transporte públicos, como Francia o Japón. Me llamó la atención que allí la gente se levanta cuando les llaman al móvil y se van a las zonas entre vagones para hablar, siempre en un tono discreto.